Diálogo con Esteban Serra sobre el rol de las universidades públicas en el campo de oportunidades que implica el desarrollo científico del cannabis para la Argentina, el vínculo con el sector privado e iniciativas a futuro para fortalecer la cadena de producción.
Esteban Serra es investigador del Conicet, ex Decano de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e impulsor del Servicio de Análisis Cromatográficos que brinda esa casa de estudios. En Industria Cannabis, hablamos con él acerca del rol de la universidad pública y la ciencia en el desarrollo de la industria cannábica en Argentina. Serra apuntó a la necesidad de ampliar la mirada universitaria a otros usos de la planta, ya que actualmente en ese ámbito el foco está puesto en lo medicinal.
El ex Decano afirmó que la aprobación de la Ley 27350 de Cannabis Medicinal fue “inevitable” debido al peso de las organizaciones del cannabis medicinal, pero que a su vez “la ley y su primera reglamentación fueron bastante inútiles”. En su crítica, destacó: “se hizo una ley que se definió como de investigación y después prácticamente no se hizo nada para promoverla”. Asimismo, remarcó la importancia del artículo 3 de la ley de estupefacientes, que establece excepciones para investigación técnica y científica. “En realidad no había que hacer ninguna ley de investigación porque ya estaba contemplado ahí”, dijo.
En ese sentido, Serra puntualizó que, en términos de desarrollo, “le fue más fácil avanzar a las universidades, por una cuestión de autonomía, que a los institutos del Conicet. Durante la gestión de (Mauricio) Macri, el Conicet tuvo una bajada de línea de no meterse mucho en el tema del cannabis”.
En cuanto al rol de las universidades y su articulación con el sector privado, el investigador hizo hincapié en que “tiene que haber relación público-privada. Que la universidad o el Conicet tengan una intención de hacer algún tipo de producción pública para atender a ciertos espacios sociales es una cosa, pero que quede supeditado a lo público me parece que no tiene sentido”.
De la misma forma, Serra sostuvo que “la Universidad tiene que ser un espacio de facilitación y de incubación de desarrollo de todo tipo”. Y en ese camino, enfatizó en la necesidad de que el ámbito universitario visualice al cannabis como fuente de una gran cadena de producción, cosa que actualmente se limita a investigaciones sobre el aspecto medicinal de la planta y que en las ciencias sociales, es abordado desde el punto de vista sociológico, político, con un posible marco regulatorio y despenalización. “Se puede hacer mucho con la planta por fuera de lo medicinal”, dijo.
Sobre explorar otras aristas de la industria, Serra afirmó que “hay una discusión en el interior de la universidad que va a ir en ese sentido”. En la Universidad de Rosario, él se encuentra impulsando un proyecto en la Facultad de Agronomía para desarrollar genéticamente variedades de semillas con potencial de crecimiento a campo. “Lo que yo veo es que muchos escalados que hay de los cultivos son indoor, con plantas que rinden muchísimo cannabinoide por gramo de peso seco pero con una necesidad de infraestructura muy grande, cuando en realidad se podrían plantar a campo variedades con otras estructuras genéticas que sean más resistentes a las condiciones y que aunque produzcan menos de material por gramo de peso seco, se puedan plantar en superficies más grandes”, aseguró.
En la línea de desarrollo de semillas, Serra propuso la idea de realizar un banco de aquellas semillas que circulan por el país, ya sean aquellas que se cruzaron como aquellas que se adaptaron. “Probablemente el INTA sea el que debería empezar por ese lado, con un blanqueo de semillas”, expresó.
El investigador puso como ejemplo el caso de la Universidad de Hurlingham, que en conjunto con el Estado municipal y el INTA de Castelar, están planteando esta iniciativa, a raíz de que “el problema que hay para emprendimientos es que las semillas no se pueden importar porque están prohibidas, entonces circulan y nadie puede saber ni certificar el origen”. Frente a este diagnóstico de situación, la iniciativa es más que promisoria para construir bases de una cadena productiva sólida que beneficie a inversores privados.