Desde el mito del Soybean de Henry Ford hasta la realidad de los autos que utilizan partes de bioplástico de cáñamo, un recorrido que ofrece una alternativa para disminuir la contaminación que genera la producción automotriz.
Uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo es revertir los efectos del cambio climático en nuestras vidas cotidianas. La industria automotriz es una de las más apuntadas por el uso de combustibles fósiles, pero también por los efectos medioambientales negativos que genera producirlos, como el uso de la fibra de carbono. En este marco, el cáñamo representa una gran oportunidad para contrarrestar los altos niveles de contaminación, y aquí veremos algunos ejemplos al respecto.
El auto que fabricó Henry Ford en tiempos de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en un objeto mitificado. El proyecto fue presentado en 1941 y fue bautizado como “Soybean” (grano de soja en inglés). Se dice que en su composición de plásticos tenía trigo, soja y cáñamo, lo que le otorgaba ligereza pero también resistencia y pesaba la mitad de lo que pesaba un auto convencional de la época. Sin embargo, nunca llegó a producirse en serie ni se conoció efectivamente la lista de productos que llevaban sus plásticos. Además, forma parte de un campo de leyendas más que de elementos concretos.
En la actualidad, podemos ver más realidades que mitos, como es el caso del Alfa Romeo Giulia o el Peugeot 308, cuyos tableros y paneles de las puertas han sido construidos a partir de fibra de cáñamo. El tablero del Alfa Romeo Giulia pesa 17% menos que un tablero estándar, mientras que los paneles de las puertas del Peugeot 308 son 25% más ligeros, lo que redunda en un ahorro de combustible.
En la línea de modelos de alta gama, BMW ha presentado prototipos del auto eléctrico i3 Ciudad y el híbrido i8, con base en bioplásticos derivados del cáñamo. Porsche, en tanto, ha creado el modelo 718 Cayman GT4 Clubsport, que incluye puertas compuestas por fibras orgánicas de lino y cáñamo junto a su carrocería.
Existe, desde 2010, un automóvil hecho de cáñamo. Su nombre es Kestrel, y fue construido en Canadá por la empresa Motive Industries Inc. Aseguran que es el auto más ecológico del mundo, y alcanza una velocidad máxima de 90 km/h, con una autonomía de unos 160 kilómetros. Posee motor eléctrico, y pesa poco más de una tonelada. Su carrocería fue fabricada a través de la infusión de tallos de cáñamo con resina polimérica, lo que le otorga una fuerte resistencia a los impactos.
Nathan Armstrong, presidente de Motive Industries, sostuvo en declaraciones a Autoevolution que en el proyecto Kestrel “vimos una oportunidad única para lograr avances significativos en el sector automotriz y apoyar al sector automotriz canadiense al brindar productos sostenibles y oportunidades para crear nuevos empleos de manufactura ecológica”. El prototipo tuvo mucha repercusión alrededor del mundo e, incluso, captó la atención de inversores. Sin embargo, hasta el día de hoy, no hay producción comercial de este vehículo.
Podemos pensar en el plástico a base de cáñamo como un material del futuro, aunque ya nos acompaña desde hace mucho tiempo. El procesamiento de las fibras de la planta lo posiciona como un fuerte sustituto de plásticos petroquímicos, y tiene como características ser ligero, duradero y biodegradable; junto con enormes facilidades para su producción: “la fibra en bruto solo necesita ser molida para ser usada, sin pasar por procesos que requieran la incorporación de aditivos químicos”, expresó Stephen Clarke, cofundador de la empresa mexicana Heaven Grown (que usa al cannabis como materia prima para las industrias del plástico y la construcción) en un medio de ese país.
Sin embargo, es importante observar que en la producción de autos de acceso “masivo”, no se encuentran estas producciones, que implicarían no solo un gran desarrollo en la industria de bioplásticos y la industria cañamera, sino también, un enorme cambio de paradigma en la producción industrial mundial.
Otro aspecto que se puede agregar a la sustentabilidad en el manejo productivo de nuestros recursos tiene que ver con el uso de biocombustibles, que si bien no “salvará al mundo”, puede ser un gran aporte para reducir la huella ambiental. El cultivo de cáñamo requiere menos cantidad de agua y menor duración que otros, además de absorber carbono, por lo que sería una excelente alternativa para la producción de biodiésel o bioetanol y también para evitar el desperdicio de recursos naturales.