Atraviesa un momento histórico: el gobierno reglamentó el 12 de enero el uso del cannabis medicinal y, por otro lado, entre febrero y abril la Cámara de Diputados debe tratar el proyecto para legalizar el uso recreativo adulto e industrial. Esto convertiría a México en el principal mercado del mundo. Especialistas explican cuáles son los fuertes de la industria y cómo los y las mexicanas entienden la cultura del cannabis.

México vive un periodo trascendental. El 12 de enero, el Gobierno Federal publicó la esperada reglamentación para la producción, investigación y uso medicinal del cannabis, que había sido aprobada en 2017. Por otro lado, la Cámara de Diputados tratará en el próximo periodo legislativo -entre febrero y abril- la ley integral que cuenta con media sanción del Senado y que habilita el uso recreativo para adultos y del cáñamo para fines industriales.
De aprobarse esta última normativa, el país azteca se sumaría al selecto grupo integrado por Canadá y Uruguay como los Estados que han legalizado por completo el cannabis. Aunque México, con una población de 130 millones, se convertiría en una referencia mundial por ser el mercado de mayor tamaño. Asimismo, la legalización sería un paso gigante ya que se trata de la segunda economía más importante de América Latina, según el Banco Mundial, y uno de los cinco mayores productores de marihuana -ilegal- en el mundo. A su vez, México es el principal productor de marihuana de América del Norte: entre el 50% y el 80% del cannabis que se vende de contrabando en Estados Unidos proviene de allí, según un informe del diario El País.
Productores, investigadores, médicos, laboratorios, educadores y comerciantes, los sectores de la industria local y las empresas internacionales esperan con expectativa el comienzo de la actividad en Diputados, prevista para la primera semana de febrero. El proyecto será prioridad en la agenda, según consignó Ignacio Mier, diputado y coordinador del grupo parlamentario de Morena en la cámara baja. Además, Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación de la administración de Andrés Manuel López Obrador, en una conferencia de prensa de la semana pasada apoyó la iniciativa y expresó que es “alentador” la legalización del cannabis.

La reglamentación para el cannabis medicinal
La industria y los y las usuarias del cannabis medicinal y sus familias tuvieron un buen motivo para celebrar el 12 de enero tras la reglamentación del Poder Ejecutivo. Es que lo esperaron más de tres años, ya que la reglamentación estaba pendiente desde el 2017, cuando el Congreso de la Unión aprobó las reformas a la Ley General de Salud para que se incorporara el uso médico y científico del cannabis y sus derivados. Motivos políticos y luego la pandemia de la COVID-19 demoraron los tiempos.
El reglamento permite la producción, investigación, fabricación y habilitación médica para el uso medicinal del cannabis y sus derivados farmacológicos. Harán operativo el reglamento una serie de organismos estatales. Además, para cada una de las actividades mencionadas, se requiere el pedido de autorizaciones e inscripción en registros, incluso para la prescripción de los y las médicas que quieran recetar medicamentos y, también, para las farmacias que los vendan. La legislación también crea reglas para los productos que se pueden importar y exportar. Por otro lado, la publicidad solo puede estar dirigida a profesionales de salud.
“Con este reglamento, oficialmente México inicia la industria del mercado medicinal”, subrayó Erick Ponce, presidente del Grupo Promotor de la Industria de Cannabis (GPIC) y director ejecutivo de la firma ICAN, líder en cannabis medicinal en México en materia de asesoramiento. En diálogo con Industria Cannabis, además, remarcó como ventaja comparativa del país su perfil manufacturero. “El potencial más grande del país es la producción, con más fuerza la manufactura”, indicó.
Críticas por limitaciones de la reglamentación
Para algunos sectores las reglamentaciones son excesivas y podrían generar trabas para el acceso. Guillermo Nieto, presidente de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis (ANICANN), dijo que los mecanismos de control para prescribir y adquirir un medicamento con cannabis son “polémicos” por la gran cantidad de pasos administrativos. Ya se ha visto cómo en otros países que legalizaron el cannabis medicinal al menos en un principio los trámites han sido arduos y dificultaron el alcance de los productos y los derivados.
“El reglamento no tiene carácter universal, que se garantiza a través del autocultivo [sí está comprendido en la ley de uso adulto que tratará Diputados]. Es elitista e incompleto, porque no podrán acceder la gran mayoría de los pacientes”, afirmó a Industria Cannabis Polita Pepper, confundadora de la asociación civil Cannativa, dedicada a la educación y la comunicación. “Deja de lado absolutamente a las comunidades indígenas, que son las mayores productoras del país”, destacó. En México, la población rural representa el 23% de la población, de los cuales seis de cada diez habitantes de estas zonas eran pobres en 2016, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), titulado “México rural del Siglo XXI”.
Por su parte Pedro Malazartes, también integrante de Cannativa y educador de médicos, técnicos y familias, dijo que el reglamento pone de relieve el “potencial gigantesco” que tiene México a nivel económico. Aunque contrarrestó con que no se verán favorecidos los pequeños emprendedores y que tampoco prevé la instancia de la educación, “algo que sirve para preparar a la sociedad para la legalización después de un siglo de prohibición”.

El proyecto de uso adulto
De forma paralela a los primeros pasos de la reglamentación, pero por un camino diferente, la Cámara de Diputados tendrá tiempo hasta el 30 de abril para aprobar el proyecto que habilita el uso recreativo e industrial, y el cultivo solidario. La Suprema Corte de Justicia prorrogó por tercera vez el plazo para que el Congreso trate la normativa. El retraso se debió en un primer momento a una petición del Senado -que luego le dio media sanción el 19 de noviembre del año 2020- y después por las suspensión de sesiones legislativas derivadas de la pandemia de COVID-19.
“La ley tiene algunas limitaciones, pero podría ensanchar las posibilidades que tenemos ahora con la ley de cannabis medicinal, porque por lo menos podríamos tener plantas en casa”, afirmó Polita Pepper. Respecto al autocultivo, si una persona vive sola puede tener hasta seis plantas, mientras que si hay dos consumidores en un mismo hogar, la cantidad se amplía a ocho. Por el lado de los clubes de consumo recreativo, el máximo de personas permitidas son 20.
A su vez, de aprobarse el dictamen reformaría artículos del Código Penal Federal y la Ley General de Salud, y se creará el Instituto Mexicano de Regulación y Control de Cannabis (IMRCC). Este último será el encargado de autorizar a los establecimientos para la venta del cannabis y sus derivados para uso adulto.
En otro orden, se podrán portar hasta 28 gramos de marihuana, y las multas en caso de una cantidad mayor serán de entre 5.000 y 10.500 pesos. Personas adultas tendrán permitido consumir cannabis psicoactivo siempre y cuando no sea frente a un menor de edad o cualquier otra persona imposibilitada de manifestar su consentimiento libre e informado.
Por último, para el cultivo, la transformación, la comercialización, la exportación o la importación, el proyecto establece que se deberán tramitar licencias, aunque una persona podrá contar con más de un tipo y ninguna de estas implica actividad alguna con el uso medicinal del cannabis.
Así entonces, desde el 1º de febrero las miradas estarán puestas en la Cámara de Diputados. Y no es para menos. Según la proyección de la empresa Grand View Research, para el año 2025 el mercado global de cannabis va a llegar a los 150 mil millones, y México podría participar entre el 6 mil y 8 mil millones de dólares. Esto en caso de aprobarse esta ley, y junto con la nueva reglamentación del cannabis medicinal.

Dejar atrás la pesada mochila del prohibicionismo
Por el lado del aspecto social y simbólico, la cultura de la marihuana en este país está muy arraigada, debido a que es uno de los mayores productores del mundo. Estimaciones del gobierno sitúan la producción de marihuana en alrededor de 7.000 y 8.000 toneladas anuales. De ese total, el consumo interno -incluido el turismo- representa 400 toneladas anuales (alrededor del 5% de la producción nacional).
La presencia constante de la marihuana también se debe a la marcada injerencia del narcotráfico, que atraviesa a la sociedad en cómo esta observa el cannabis. “La cultura mexicana no se explica, no se entiende sin el fenómeno del narcotráfico, la cultura mexicana está envuelta en ella desde hace más de un siglo”, describió Pepper, Maestra en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS).
“El nivel de violencia y la narcocultura es una realidad presente y constante. Más allá de que todos vivimos inmersos en un país permeado de narcocultura, eso no quiere decir, sin embargo -y de forma contradictoria- que el cannabis tenga un lugar de reconocimiento, al menos de aceptación social”, agregó.
En buena medida esa contradicción se explica por el componente católico de los y las mexicanas y la asociación entre marihuana y narcotráfico, debido a los miedos a mayor violencia como consecuencia de las legalizaciones. Pero, por otro lado, como contrapartida, ha ganado mucho terreno el cannabis -sobre todo medicinal- en el debate público. “Es una sociedad altamente conservadora, altisimamente católica, y eso genera un desapruebo en términos generales de la población. Pero en los últimos años el movimiento del cannabis medicinal generó una apertura. El tema está en escena, antes ni siquiera conseguimos hablar de esto. Y eso era por la mochila pesada del prohibicionismo”.